Evangelizar

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"Fiel al modelo del Maestro, el vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo" (P. Francisco)

martes, 1 de julio de 2014

Día 144

Martes, decimotercera semana, Tiempo Ordinario

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Mateo 8, 23-27

En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron.

De pronto, se levantó un temporal tan fuerte que la barca desaparecía entre las olas; él dormía.

Se acercaron los discípulos y lo despertaron, gritándole: «¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!» Él les dijo: «¡Cobardes! ¡Qué poca fe!» Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma.

Ellos se preguntaban admirados: "¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!"


 

MEDITACIÓN ESCRITA

Quiero comenzar la meditación de hoy diciendo que, definitivamente, la Palabra de Dios me encanta y enamora. Cada vez que la leo no puedo dejar de sorprenderme y descubrir en ella reales motivaciones para mi vida cristiana.

Hoy no es la excepción. El evangelio nos presenta una escena realmente sorprendente. De ella, quiero llamar la atención sobre un aspecto en particular.

Este aspecto radica en la respuesta de Jesús a la situación que afrontan los discípulos. En el fondo, la situación no es distinta a la que vivimos nosotros cuando enfrentamos dificultades en nuestra vida.


Aunque llama la atención la forma como Jesus manda sobre la naturaleza, para mi es más llamativo el hecho de que regañe a los discípulos llamándolos "cobardes" y declarándolos "hombres de poca fe".


Y me llama la atención porque pareciera que ellos hacen bien la tarea.  Acaso no se trata de que cuando es preciso hacerlo hemos de  volver la mirada a Dios para que sea a Él a quién le confiemos nuestras más profundas necesidades? Acaso clamar a Dios cuando no tenemos más esperanza no es, en sí mismo, un acto de fe? Por qué entonces el regaño de Jesús?


Este es, precisamente el hecho llamativo del evangelio de hoy. Ciertamente lo que hacen los discípulos puede ser un acto de fe. Pero la mirada hay que ponerla más allá. Acaso una persona que se baña en las fuentes cristalinas de una gran fuente de agua puede morir de sed?

Aquí está el tema del evangelio. El problema no está en que los discípulos acudan a Jesús, sino en que se hayan olvidados de que Él ya estaba con ellos. Ahí está la falta de fe: en que, frente a los problemas, olvidemos lo más importante: la presencia de Jesús aún en medio de nuestras más profundas dificultades.


Así, lo que el evangelio nos muestra es que nuestra vida de fe no puede seguirse reduciendo a poner todo en las manos de Dios y acudir a Él, de manera especial, cuando pasamos dificultades. La verdadera fe, entonces, es tomar conciencia de la presencia de Dios aún en medio de sus aparentes silencios. Esta es la fe que depende, no tanto de los signos palpables de la acción de Dios, sino de la experiencia real de su presencia que nos invita a la fidelidad y confianza.


En este sentido, el evangelio de hoy es una gran invitación: tener una fe que mire más la presencia Dios que sus signos y que descubra la realización de su plan de salvación para nuestra vida aún en medio de sus silencios.


Dios mío, concédenos, por tu bondad y amor, la gracia de una fe pura que sepa descubrirte en cada circunstancia y no olvidarnos de tu presencia aún en medio de nuestras incertidumbres. Amén.

viernes, 27 de junio de 2014

Día 142

Fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote

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Lucas 22,14-20

Llegada la hora, se sentó Jesús con sus discípulos, y les dijo:

"He deseado enormemente comer esta comida pascual con ustedes antes de padecer; porque les digo que ya no la volveré a comer hasta que se cumpla en el Reino de Dios".

Y, tomando una copa, dio gracias y dijo: "Tomen esto, repártanlo entre ustedes; porque les digo que no beberé desde ahora el fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios".

Y, tomando pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo: "Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes; hagan esto en memoria mía".
Después de cenar, hizo lo mismo con la copa, diciendo: "Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi sangre, que es derramada por ustedes".



MEDITACIÓN ESCRITA

Celebramos hoy la Fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote y es interesante que la liturgia, a través del evangelio nos pone esta fiesta en el contexto de la hora culmen, definitiva de la vida de Jesús.

Esta fiesta, vista desde el evangelio de hoy, nos presenta a Jesús como modelo de sacerdocio e imagen de servicio y entrega que todo creyente está invitado a vivir.

Les invito, entonces, a mirarla desde tres aspectos que hacen referencia a la acción de Jesús y al compromiso del creyente.

En primer lugar, el sacerdocio es una experiencia de compartir comunitario. El Sumo y Eterno Sacerdote, Jesucristo, se sienta y comparte con sus discípulos. Les abre el corazón y les da a conocer sus más profundos sentimientos.

El verdadero sacerdote, en consecuencia, es el que sabe acercarse a la intimidad de aquellos con quienes hace comunidad, el que sabe compartir la vida con su comunidad y no se encierra en sí mismo mi se limita a lo meramente litúrgico. Saber abrir el corazón y compartir la vida es, en consecuencia, la esencia del sacerdocio eclesial.


En segundo lugar, me llama la atención que, al tomar por primera vez la copa, Jesús hace una invitación especial a sus discípulos: "tomen esto, repártanlo entre ustedes".  Jesús, al constituirse modelo de sacerdocio, se hace modelo de servicio y donación, y, a la vez, se convierte en referente de compartir comunitario. La idea de una relación profunda con Jesús es que se puedan compartir los frutos de esa relación.

El verdadero sacerdocio es el que sabe recibir de Dios la bendición, producto de una relación íntima y profunda con Él, y luego saberla transmitir a la comunidad, como producto de un verdadero servicio y amor pastoral.

En tercer lugar, el sacerdocio de Jesús es despojo, entrega y sacrificio. Es donacion total de la propia vida, para que los que han creído tengan vida en abundancia. El gesto del pan y el vino, puestos como símbolo del cuerpo y la sangre ofrecidos para nuestra salvación, tiene como fin descubrir, en el sacerdocio de Jesús, la esencia del verdadero sacerdocio que sólo tiene sentido cuando es ofrenda sacrificial, donación de la propia vida a una comunidad que necesita de hombres y mujeres que se constituyan testigos del amor de Dios.

Por ello, es de gran importancia la invitación de Jesús: "hagan esto en memoria mía". Ahora, todo aquel que ofrece su vida para que la vida de los otros tenga sentido, se constituye en presencia salvífica de Jesús en medio de la comunidad.

El Señor nos de la gracia de vivir nuestro sacerdocio bautismal como ofrenda de salvación por quienes amamos y, a quienes se los ha concedido, el sacerdocio ministerial, como signo de su presencia amorosa en medio de la comunidad. Amén.

martes, 24 de junio de 2014

Día 141

MIÉRCOLES, SEMANA DOCE, TIEMPO ORDINARIO

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Mateo 7, 15-20

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:

"Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis.

A ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego.

Es decir, que por sus frutos los conoceréis".



MEDITACIÓN ESCRITA

Hace algunos años corrió por la internet una historia sobre la entrevista que le hicieron a la hija de un pastor protestante y en la cual le preguntaron por qué Dios permitía hechos tan desastrosos como el ocurrido en Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001?

Su respuesta me pareció sumamente interesante y creo que puede servirnos para la meditación de hoy. Dijo esta mujer: "al igual que nosotros creo que Dios está profundamente triste por este suceso, pero durante años hemos estado diciéndole a Dios que se salga de nuestras escuelas, que se salga de nuestro gobierno y que se salga de nuestras vidas... Siendo el caballero que Él es, creo que se ha retirado tranquilamente. Cómo podemos esperar que Dios nos dé su bendición y su protección cuando le hemos exigido que nos deje estar solos?"


Esta respuesta me impactó mucho y, si quieren, pueden ver el contenido completo con el título "Dijimos que estaba bien".

Y, considero, puede sernos de gran ayuda para entender el evangelio de hoy. Hoy día muchas personas, entre ellas políticos en campaña, anunciadores del progreso de los pueblos, predicadores de una humanidad más desarrollada y moderna, nos han venido anunciando que la Iglesia católica se ha quedado anquilosada en una serie de dogmas, normas y doctrinas que no son acordes con el progreso de la humanidad.


Nos gritan a voz en cuello y desde muchos rincones que nuestras creencias, especialmente sobre el aborto, la unión homosexual, el uso del preservativo y otras realidades parecidas, no son más que pensamientos retrógradas que impiden el libre pensamiento.


Nos dijeron hace rato que la religión debía retirarse de las escuelas, pues cada quién era libre de escoger su creencia y que la religión tenía que reducirse al ámbito de lo privado.


Sin embargo, si miramos la nota valorativa de real evaluación que nos da el evangelio de hoy, bien podríamos comenzar a descubrir quienes son los que están obrando en contra del verdadero desarrollo y libertad de los pueblos.


Acaso, es cierto que la propaganda en favor del uso desenfrenado de preservativos ha evitado realmente las enfermedades de transmisión sexual? Acaso no será más bien un negocio de poderes que promueve la promiscuidad para vender más un producto? "Por sus frutos los conocerán"!!!!

Acaso los países que han legalizado el aborto han logrado frenar la acelerada tendencia a sacar una vida del vientre de su madre? Acaso no se ha justificado más la tendencia a no asumir las consecuencias de los actos y hacer pagar a quién es inocente de los desenfrenos de las personas? "Por sus frutos los conocerán"!!!


Acaso al sacar la enseñanza de la fe de las escuelas se ha logrado formar a ciudadanos más coherentes, con una mayor conciencia de las consecuencias de sus actos y con una mayor responsabilidad con la vida de los otros y la propia? No es acaso que al sacar a Dios de las escuelas les abrimos a nuestros niños y jovenes la posibilidad de una vida ambigua donde los valores morales y principios terminan siendo relativos? "Por sus frutos los conocerán"!!!


"Lo que sembramos, eso recogemos", dice el refrán popular. Desde ello, los invito a meditar sobre la manera como estamos tratando a Dios en nuestras vidas. Hace Él, parte fundamental de nuestra familia? Se tiene en cuenta su propuesta de amor, exigencia y radicalidad en la formación de nuestros hijos? Está Él presente en nuestros proyectos, sueños e ideales? Somos productores de frutos que dan gloria a Dios?


El Señor nos conceda su gracia abundante para que tomemos conciencia de la necesidad de su presencia en nuestras vidas. Amén.

Día 140

Nacimiento de San Juan Bautista

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Lucas 1,57-66-80

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban.

A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: "¡No! Se va a llamar Juan." Le replicaron: "Ninguno de tus parientes se llama así." Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. El pidió una tablilla y escribió: "Juan es su nombre."

Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: "¿Qué va ser este niño?" Porque la mano del Señor estaba con él.

El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.


MEDITACIÓN ESCRITA

Celebramos hoy la fiesta del Nacimiento de  San Juan Bautista y se nos presenta en esta fiesta la ocasión especial para meditar sobre el sentido de lo que somos en las manos de Dios y de aquello a lo que debemos renunciar para permitirle a Él hacer su voluntad en nosotros.

Qué sentido tiene nuestra vida en las manos de Dios?

A nosotros puede parecernos muy trivial la discusión sobre el nombre que iban a ponerle al niño, incluso hasta puede parecer atrevido que la gente quiera intervenir en la decisión de los padres. Nosotros solemos poner los nombres por simple moda o porque parecen bonitos o por hacer algún cumplido, mientras que para los israelitas el nombre siempre define dos cosas: el futuro, la misión y realización de la persona y su relación con lo que Dios quería hacer con ella.

De este modo, la vida de una persona sólo tenía sentido en función de la misión que, a partir de su relación con Dios, encontraba en su camino. El sentido de la vida de una persona viene dado por lo que se define desde su nacimiento con el nombre que le ponían.

Así las cosas, el nombre Juan significa "Yahvé es favorable". En consecuencia la vida del Bautista señala, desde su nacimiento, la bendición de Dios para su familia y, en un futuro, la presencia favorable de Dios para su pueblo.


Sería bueno que nos preguntáramos aquí que sentido tiene nuestro nombre o, mejor, nuestra vida? Qué representa nuestra existencia, desde nuestra relación con Dios, para aquellos que nos rodean y para nuestra sociedad? Nos hemos preguntado cuál es, desde la perspectiva de Dios, nuestra misión en el mundo?

Por otro lado, decíamos que esta fiesta nos permite meditar sobre aquello a lo que debemos renunciar para permitirle a Dios hacer su voluntad en nosotros.

Zacarías renuncia a poner su nombre al niño para darle una nueva identidad y proyección a su vida. En el fondo, la verdadera renuncia de Zacarías es a imponer al niño su historia y su futuro; renuncia a imponerle su propia identidad para permitir que sea Dios quién se la de.

Más aún, Zacarías abre la puerta para que la vida de este niño esté guiada por la gracia divina y no sólo por las opciones humanas. Que la vida de Juan se vuelva testimonio de la maravillosa presencia de Dios en la vida de sus padres.

Preguntémonos, entonces, permitimos que quienes nos rodean descubran la gracia de Dios sin tratar de imponerles nuestro modo de pensar? A quienes dependen de nosotros, les imponemos nuestras opciones, o abrimos el camino para que sea el mismo Dios quién, a partir de su amor y acción, les indique el modo en que quiere dar sentido a sus vidas?

Dios mío, permítenos descubrir el verdadero sentido de nuestra existencia y poner en tus manos lo que somos y hacemos para gloria tuya y salvación de quienes amamos. Amen.

jueves, 19 de junio de 2014

Día 139

Jueves, undécima semana, Tiempo Ordinario

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Mateo 6, 7-15
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:

"Cuando recéis no uséis muchas palabras, como los paganos, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que se lo pidáis.

Vosotros rezad así:
Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo; danos hoy el pan nuestro; perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido; no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del maligno.

Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.

 

MEDITACIÓN ESCRITA

Es interesante descubrir el fondo de las palabras de Jesús en el evangelio de hoy: nos dice que para orar no se requieren muchas palabras y sin embargo nos da una oración que contiene una buena cantidad de ellas. Qué significa, entonces, eso de "cuando recéis, no uséis muchas palabras"?

Lo primero que tenemos que notar es que, según parece indicar el texto, la oración, más que un simple diálogo, es una experiencia de relación cercana e íntima con el Padre de las Misericordias. En consecuencia, la oración lo que busca es descubrir a ese Dios, su acción y amor, y entablar una relación de mutuo compromiso con Él.

En segundo lugar, si entramos en detalles de las palabras del Padre Nuestro, nos daremos cuenta que se trata de la puesta en escena de dos realidades fundamentales para la vida de todo creyente.

 La primera realidad es una toma de conciencia de lo que es y representa Dios en la vida del creyente. Dios es Padre, pero, además, es "nuestro", es decir, aunque no sea fácil entenderlo, Dios se ha puesto en nuestras manos para llenarlas de bendición con una paternidad insuperable. Además, ese Padre amoroso, nos ofrece su presencia como don gratuito a través del Reino al cual estamos todos invitados.

Podrías así, desarrollar cada palabra del Padre Nuestro y descubrir en ella, la imagen, esencia e identidad real de Aquel que nos invita a experimentar una relación profunda y trascendente llena de gracia y bendición. Sin embargo, los invito a que sean ustedes mismos quienes sigan profundizando esta maravilla.

La segunda realidad que encierra el Padre Nuestro es que se trata de un compromiso de toda persona que se digna hacerla con sinceridad. Nos comprometemos a ser verdaderos hijos que, a imagen del Hijo Jesucristo, se constituyen en rostros y presencia de Dios para todo aquel que se nos acerque. Nos comprometemos a ser pan, perdón y  santificación para quienes se acercan a nosotros buscando luz para sus vidas.

En definitiva, se entiende que lo que Jesús busca al enseñarnos el Padre Nuestro y advertirnos sobre la verdadera oración es que aprendamos que Dios, más que escuchar nuestras dudas, incertidumbres, problemas y alegrías, lo que quiere es recibirnos a nosotros con todo lo que somos en una relación profunda de amor y sentido vital.

Por último, y perdonen que me extienda un poco más. El evangelio de hoy guarda una estrecha relación con el que compartíamos ayer. La relación íntima y profunda con Dios tiene, necesariamente, que superar la norma, el precepto y el ámbito de lo que toca. Esta relación supera la regla, los modelos, horarios y lugares: la relación con Dios cubre la totalidad de la vida humana.

Dios nos de la gracia de descubrirlo en cada circunstancia de nuestra vida y saber vivir a plenitud la relación íntima que necesitamos para constituirnos testigos privilegiados de su amor. Amén.
 

Día 138

Miércoles, undécima semana, Tiempo Ordinario

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Mateo 6, 1-6. 16-18

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:

"Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial.

Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga.

Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará.
Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga.

Cuando tú vayas a rezar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará.
 
Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los farsantes, que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga.

Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.




MEDITACIÓN ESCRITA

Existe una realidad en la vida humana que se repite en muchas circunstancias: cuando una costumbre se institucionaliza o se constituye en norma, corre el riesgo de volverse rutina, de cumplirse de manera superficial o de caer en la hipocresía.

Esto ocurre incluso con las realidades más trascendentales del ser humano. Ocurre incluso con el amor, que cuando deja de ser cultivado a causa de la costumbre, termina por volverse incómodo.


Seguro que muchas parejas que vivieron un noviazgo maravilloso y luego, en el matrimonio, con el paso de los años y con el ataque de la rutina, terminaron por desesperarse, me darían la razón.


Y esto es, precisamente, lo que puedo descubrir en el evangelio de hoy. La vida religiosa se fundamenta en tres prácticas básicas: la oración, el ayuno y la limosna. Son estas tres realidades que identifican la esencia de la fe y se constituyen en distintivo de la relación con Dios y con la comunidad de creyentes. Sin embargo, convertidas en obligación y no en necesidad vital, terminan por ser superficiales y practicadas de manera hipócrita.

Esa es la gran advertencia del evangelio de Mateo hoy. Y qué actual que puede llegar a ser esta advertencia. En nuestra Iglesia actual no es extraño encontrar personas que aún se mueven en el ámbito del precepto, de lo mandado, de lo que toca.


Por ello, es necesario purificar nuestra intencionalidad en las prácticas de fe. Y la mejor forma de hacer tal purificación es revisar nuestras actitudes desde la experiencia de la conversión.


Nuestra Iglesia necesita con urgencia que dejemos de querer llamar la atención con nuestra piedad. La idea no es ser reconocidos por lo bueno que hagamos sino permitir que la gente pueda ver el actuar de Dios en nuestras vidas y se sienta llamada a descubrirlo en la propia.

 
En fin, la verdadera práctica de devoción cristiana, la verdadera vida de fe han de estar enfocadas a una experiencia persona, íntima, con el Señor y no a un reconocimiento por parte de los demás.

 
Nos pide el evangelio, entonces, dejar de vivir la fe por costumbre, por mandato en incluso por necesidad, lo que se constituye en devoción hipócrita y sin fundamento, y comenzar a vivirla por  un descubrimiento real del amor y presencia de Dios en nuestra vida.


El Señor nos de la gracia de vivir a plenitud y con coherencia la experiencia fundante de su amor, para que seamos testigos de su misericordia entre aquellos que nos rodean. Amén.

martes, 17 de junio de 2014

Día 137

Martes, undécima semana, Tiempo Ordinario

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Mateo 5, 43-48

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
 
"Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo.

Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian.

Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.

Porque, si amáis a los os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestro hermano, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los paganos?

Por tanto, sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto"



MEDITACIÓN ESCRITA

Hace tiempo escuché una conferencia sobre las razones por las cuales unos países, como Japón por ejemplo, que cuentan con condiciones mucho menos favorables que otros países como Colombia, terminan siendo potencias mundiales y generando un gran impacto en la economía global.

Decía el conferencista, para resumir un poco, que todo se debía a que aquellos países le apuntaban a hacer que sus ciudadanos pensaran como personas extraordinarias, capaces de mirar más allá de sus realidades inmediatas y desarrollar propuestas de superación de las limitaciones y dificultades aparentes.

Esta conferencia me hace pensar en la manera como nosotros, en ocasiones, miramos y vivimos la Iglesia. No es mentira que muchas veces vamos al templo, oramos, celebramos la vida y luego salimos a nuestras realidades cotidianas a vivir como el mundo manda y según el modelo que éste nos impone.


Es aquí, precisamente, donde el evangelio que hemos venido leyendo estos días nos propone un nuevo estilo de vida. Necesitamos con urgencia una iglesia que llene, no tanto los templos, sino más bien la sociedad, de cristianos extraordinarios capaces de marcar una diferencia y poner un sello real de transformación de la realidad.

Esta es, en definitiva, la gran propuesta del evangelio de hoy. En un país como el nuestro donde quienes quieren gobernarnos usan un debate para atacarse mutuamente y no para hacer propuestas, para señalar las maldades y defectos del otro más que para mostrar las razones por las cuales debemos escogerlos, el evangelio nos propone dar una mirada diferente a aquellos que se constituyen en nuestros detractores y contradictores.

 
En una sociedad donde la cultura de la muerte se ha metido, incluso en los ambientes celebrativos y alegres que deberían mantenernos unidos, el evangelio nos pide ofrecer una respuesta diferente a quienes buscan atacarnos y hacernos mal.

 
En unas familias donde a veces se compite por quién levanta más la voz, quién tiene la razón y quién termina imponiéndose, el evangelio nos invita a bajar la guardia y constituirnos en instrumentos de paz.

 
Ser cristianos extraordinarios que muestren al mundo que sus lógicas no siempre vencen y que hay maneras, tal vez sacrificiales y de testimonio que pueden dar mejores soluciones a nuestros conflictos, esa es la lógica propuesta por el evangelio.


Dios nos de la gracia de vivir esta palabra y transformar con nuestro testimonio las realidades de conflicto de nuestro mundo, nuestra sociedad y nuestras propias familias.  Amén

lunes, 16 de junio de 2014

Día 136

Lunes, undécima semana, Tiempo Ordinario

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Mateo 5, 38-42

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:

"Sabéis que está mandado: "Ojo por ojo, diente por diente". Pues yo os digo: No hagáis frente al que os agravia.

Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñalo dos; a quien te pide, dale; y al que te pide prestado, no lo rehúyas".




MEDITACIÓN ESCRITA

Definitivamente el cristianismo es una realidad que sorprende y, en ocasiones, es un poco desconcertante. Más aún, no podemos negar que ser cristiano es ir en contravía, que el cristianismo requiere una pequeña dosis de locura y rebeldía ante las propuestas del mundo.

Qué es lo normal de nuestra esencia humana? Que seamos capaces de responder al que nos agravia, que no permitamos que los demás nos traten mal y pasen por encima de nosotros y, Para ello, no importa si tenemos que volvernos iguales a ellos.


Y aquí, precisamente, está el fondo del asunto, no se trata de bajar la cabeza y dejarnos humillar o menospreciar la dignidad. Por el contrario esto es algo que jamás debemos negociar con nadie.

Sin embargo, tampoco se trata de volvernos iguales a quienes hacen eso. No podemos permitir que los demás decidan que tan buenos o malos podemos llegar a ser en función de las cosas que nos hacen o dicen. En el fondo, el verdadero triunfo de quienes buscan hacernos daño no está en las cosas malas que puedan llegar a hacernos, sino en la posibilidad que tienen de convertirnos en lo que ellos son.


Pensemos un momento: ¿cuando alguien levanta la voz en tu casa, ganas tu más levantándola más alto para imponerte? Cuándo tu esposo o esposa se sale de casillas y te ofende, ¿eres mejor haciendo tu lo mismo, te sientes mejor ofendiendo tu? Cuando un amigo, conocido o compañero de trabajo te daña el día con su actitud, ¿eres mejor que esa persona dañándole tu el día? ¿No será que tal vez tu eres peor porque sabiendo el daño que produce ese error no eres capaz de mostrar el testimonio cristiano de quién sabe que la violencia, la venganza y la ofensa sólo terminan trayendo más desgracias?


En este sentido creo, se puede asumir la enseñanza del evangelio de hoy. No hacer frente al que nos agravia en realidad es no permitir que los malos nos hagan iguales a ellos. Se trata de recordar, que la mejor forma de desarmar al agresor no es haciéndole frente con las mismas armas, sino impedirle que encuentre a alguien con quién pelear.


El Señor nos conceda la serenidad del corazón para saber ser portadores de paz y testimonio vivo de su amor. Amén

Día 135

Viernes, Décima Semana, Tiempo Ordinario

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Mateo 5, 27-32

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

"Habéis oído el mandamiento "no cometerás adulterio". Pues yo os digo: El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior.

Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el infierno.

Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al infierno.

Está mandado: "El que se divorcie de su mujer, excepto en caso de impureza, la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio."


 

MEDITACIÓN ESCRITA

Hace un tiempo, cuando adelantaba mis estudios de filosofía en la universidad, me encontré con un profesor que era considerado el más exigente de toda la facultad, muchos estudiantes le tenían pánico y preferían buscar otros modos de ver las materias que él dictaba.

Mi primera clase con él fue fascinante, ciertamente fue muy difícil y había momentos en que parecía desfallecer. Sin embargo, siempre me animaron las primeras palabras que le escuché a ese profesor, el primer día de clases:


"Muchos estudiantes hablan mal de mi y prefieren no ver clases conmigo, incluso algunos han pedido que me retiren de la facultad, sin embargo, lo que ellos nunca se han preguntado es si lo que buscan no es cumplir con la ley del mínimo esfuerzo: que los pasen en las notas, no esforzarse demasiado y pasar sin aprender nada para sus vidas. Ser bueno cuesta y yo siempre me encargaré de que mis estudiantes sean los mejores".

 
"Ley del mínimo esfuerzo", así definió el profesor la tendencia de muchos estudiantes. Y hoy, el evangelio, me da la ocasión propicia para recordar esas palabras y pensar por qué siempre quise dar lo mejor en mi formación y en mi ministerio.


Hoy miro a la Iglesia y descubro que muchos cristianos, creyentes, hombres y mujeres de fe, se van debilitando en su práctica eclesial. Y pienso: no será que nos hemos quedado en la ley del mínimo esfuerzo?

No será que muchos sacerdotes estamos siendo mediocres en nuestro trabajo evangelizador y preferimos celebrar a las carreras antes que sentarnos a preparar un mensaje especial, donde Jesucristo ocupe el primer lugar y se constituya en fuerza renovadora que da la capacidad a los fieles para no desfallecer ante las muchas pruebas que la vida les pone?


No será que, en ocasiones, queremos relajarnos en nuestra radicalidad  en el seguimiento de Jesucristo y preferimos dar nombres falsos al pecado para justificar nuestras actitudes de antitestimonio?


El evangelio de hoy, entonces, nos invita a abandonar la ley del mínimo esfuerzo en nuestra vida cristiana. Nos invita a ser radicales y extirpar, de manera contundente, todo aquello que nos lleve a relajarnos en la vivencia real y veraz de Jesucristo en nuestras vidas.

 
No se trata de quitar miembros de nuestro cuerpo, se trata de ser coherentes. La tentación siempre estará al acecho y si no la atacamos con radicalidad termináremos tapándola con mentiras que nos destruyen.  Ese sea hoy nuestro compromiso de fe.


Señor Jesús, concédenos la gracia de tu Espíritu para que seamos capaces de responder con radicalidad a tu invitación a ser coherentes. Amén.

jueves, 12 de junio de 2014

Día 134

Jueves, Décima Semana, Tiempo Ordinario

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Mateo 5, 20-26


En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:

"Si no sois mejores que los letrados y fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos.

Habéis oído que se dijo a los antiguos: No matarás, y el que mate será procesado. Pero yo os digo: todo el que esté peleado con su hermano, será procesado. Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el sanedrín, y si lo llama "renegado", merece la condena del fuego.

Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.

Procura arreglarte con el que te pone pleito en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí.



MEDITACIÓN ESCRITA

Hace unos días hablaba con una persona que, luego de una eucaristía sintió la necesidad de dialogar conmigo porque, según ella, el evangelio la había tocado.

Me decía esta persona que estaba muy herida porque su suegra estaba siendo muy cruel con ella. Sin embargo eso no era lo que más le dolía, por el contrario su verdadero dolor se daba cuando veía que su suegra, siendo tan dura, tan crítica, exigente y cruel, subía al altar con una cara inocente y repartía la comunión como ministro de su parroquia.

No puedo negarlo, estas historias me siguen cuestionando sobre el verdadero testimonio que damos en la Iglesia. Me cuestiona cuando escucho que un sacerdote fue un anti testimonio para su comunidad, me cuestiona cuando veo que muchos vamos a la Iglesia a poner cara de buenos mientras en la casa somos una vergüenza para nuestra propia familia.

Perdónenme sí digo palabras muy duras, pero creo que necesitamos cuestionarnos con urgencia sobre nuestras reales actitudes cristianas. En ocasiones pienso que es mejor un templo vacío, incluso de sacerdotes, que una cueva de enmascarados que se esconden para aparentar estar bien con Dios.

En esta línea, considero, se puede enmarcar el evangelio de hoy. La petición de Jesús no es nada sencilla: "sean mejores que los letrados y fariseos". No es sencilla porque, a simple vista, unas personas humildes y tal vez sin mucho estudio, como quizás eran los discípulos, tenían que ver muy difícil el querer superar a los sabios y expertos de la ley que eran los fariseos. No es sencilla porque puede parecer complicado superar a un sacerdote que, por su formación, se ha vuelto referente de fe. Pero aún así esa es la petición de Jesús hoy: sean mejores.

Tal vez nos hace falta confiar más en lo que Dios espera de nosotros. Y tal vez sea mejor dejar de señalar y criticar a los otros y comenzar a ser mejores que ellos en cuanto al testimonio que debemos dar. En efecto, el ser mejores no involucra una cuestión de títulos y grados, con los que tal vez no se puede competir, sino más bien, se trata es de una cuestión de compromiso y coherencia que nos son dados por el mucho saber.

Discípulo, creyente, hombre o mujer de fe que se respete debe ser radical. Y esa radicalidad no consiste en mero cumplimiento de preceptos que se quedan en lo exterior, en ocasiones en máscaras que nos ponemos mientras estamos en el templo, sino que ha de referirse a una experiencia personal de Jesucristo que transforma la existencia por la gracia del Espíritu Santo que hemos recibido del Padre de las Misericordias.

Se trata, entonces, de tumbar las máscaras y comenzar a mostrar más la interioridad de un corazón que no puede engañar. Se trata de desvelarase y mostrar la esencia de la vida y, si hay defectos, que no sea para escóndelos sino para trabajarlos a la luz de la gracia divina.

En síntesis, el evangelio de hoy nos exige pasar de una fe basada en cultos, ritos y rezos vacíos, a una fe basada en convicciones, compromisos y coherencia, que nos permitan revisar nuestras relaciones y transformar nuestras rivalidades.

Señor Jesús, derrama sobre nosotros la gracia abundante de tu Espíritu para responder a tu llamado con radicalidad. Amén.

miércoles, 11 de junio de 2014

Día 133

Memoria de San Bernabé, Apóstol

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Mateo 10, 7-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:

"Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios.

Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.

No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento.

Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaros en su casa hasta que os vayaís. Al entrar en una casa, saludad, si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si no lo merece, la paz volverá a vosotros"

MEDITACIÓN ESCRITA

Definitivamente el tiempo ordinario es el menos ordinario de todos los tiempos del año litúrgico. No podemos negar que esta semana ha venido siendo bastante enriquecedora para nuestra experiencia de fe.

Retomemos un poco: iniciamos con el anuncio del proyecto de Jesús: las bienaventuranzas y en ellas descubrimos que necesitamos mirar nuestras realidades cotidianas desde la mirada iluminadora de Dios.

Ayer descubrimos que una persona realmente bienaventurada es aquella que hace bienaventurada la vida de aquellos que la rodean.

Al final del evangelio de ayer veíamos una frase que da sentido a lo que pide hoy la palabra del evangelio: "alumbre vuestra luz a los hombres para que vean vuestras buenas obras y den gloria a nuestro padre que está en el cielo".

En el fondo, se trata de iluminar, no de deslumbrar la vida de quienes nos rodean. Lo que el Señor quiere es que cada persona que se acerque a un verdadero creyente pueda leer su presencia en él.

Así, lo que acerca al reino de Dios a la vida de la gente no son los hechos majestuosos y sorprendentes que uno pueda realizar sino la capacidad de abrir el corazón y acercarnos a quién en realidad nos necesita.


En concreto, en continuidad con el evangelio de ayer, hoy el evangelio nos muestra la manera real como se ha de vivir aquello de ser sal y luz de la tierra. Si de verdad se quiere poner en práctica la propuesta de Jesús hemos de aprender a acercarnos a esas realidades que nos cuesta asumir.

En el fondo, el evangelio nos invita a mirar, abrir los ojos, el corazón y el entendimiento a aquellas realidades que, en ocasiones, nos parecen indiferentes y que hoy son señaladas desde una simbología especial: curen a los enfermos: significa acérquense a los débiles, a los que no son capaces de responder como queremos; resuciten muertos: significa acercarse a aquellos que han perdido toda esperanza, que han fracasado, que se han equivocado y han dañado su relación con nosotros; limpien leprosos: significa acercarse a aquellos marginados sociales, que por sus opciones han terminado siendo despreciados; echen demonios: significa acercarse a aquellos que han perdido el horizonte de Dios.

Todo esto, finalmente, el evangelio nos invita a hacerlo desde dos actitudes fundamentales: en primer lugar, gratuidad. La vida que tenemos es un do gratuito de Dios, estamos invitados a desgastarla de la misma manera: como don gratuito hacia los demás; la segunda actitud es un total desprendimiento, nada que nos de seguridad, fuera del Dios que nos envía, será necesario para vivir radicalmente el amor.

Dios de misericordia y bondad, derrama sobre nosotros la gracia de tu Espíritu para que seamos capaces de hacer bienaventurada la vida de quienes nos rodean. Amén

Día 132

 Martes, décima semana, Tiempo Ordinario

Para seguir en audio completo, clic aquí:

Mateo 5, 13-16

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:

"Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.


Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una vela para meterla debajo de un celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.

Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo".



MEDITACIÓN ESCRITA

Esta semana hemos comenzado a descubrir, en el evangelio, lo que podríamos llamar la nueva visión de la vida a la luz de la experiencia de Jesucristo y de la gracia del Espíritu Santo.

Ayer vimos lo que definíamos como el plan de acción de Jesús, el cual consistía en darle un nuevo sentido a nuestras vivencias cotidianas y descubrir en todo la presencia de Dios que nunca abandona.

Ahora, en el evangelio de hoy, podemos comprobar que la única y real manera en que ese modo de ver la vida puede ser efectivo y en que ese plan propuesto por Jesús puede ser llevado a la práctica, es mediante el ejercicio de una existencia transformada en testimonio.


En consecuencia, la invitación de Jesús es a que descubramos que la única manera de ser bienaventurado es haciendo bienaventurada la vida de los otros. Así, ser sal de la tierra y luz del mundo no es otra cosa sino saber contagiar a otros de la verdadera plenitud que Dios nos concede a los creyentes.

Nuestra tarea, entonces, es contagiar, inundar la vida de quienes nos rodean de verdadera paz, alegría y esperanza. Es, en el fondo, saber brindar una visión optimista y llena de gracia de la vida que hemos de vivir cada día.

Nadie puede negar que, en algunas circunstancias y en momentos especiales, en nuestra propia casa, familia o comunidad, alguien estará necesitado, tal vez a veces sin merecerlo, de una voz de esperanza y de aliento; aquel que ha aprendido a tener una visión profunda y esperanzadora de la vida, que ha sido capaz de descubrir la bienaventuranza en medio de la dificultad, será quién podrá encender la luz transformadora que devolverá la esperanza.

Preguntémonos, entonces:  somos esa luz que devuelve esperanza y alegría en nuestra casa? Damos ese testimonio y esa voz oportuna que da sabor a la vida de quienes nos rodean? Vivimos la entrega generosa que nos permite descubrir un sentido y alegría más profundos en nuestras dificultades familiares y comunitarias?

El Señor nos conceda la gracia de su Espíritu para que recibamos los dones necesarios para vivir a plenitud el testimonio de los hijos bienaventurados del Reino. Amén.

lunes, 9 de junio de 2014

Día 131

Lunes, décima semana, Tiempo Ordinario

Para Seguir en Audio completo, clic aquí:


Mateo 5, 1-12


En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar enseñándoles:
"Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.

Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán "los hijos de Dios".
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.


Dichosos vosotros cuando os insulten, y os persigan, y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros".


 

MEDITACIÓN ESCRITA
Hemos pasado ya el tiempo de Pascua y entramos nuevamente en el llamado tiempo ordinario, que nos invita a descubrir los acontecimientos diarios de la vida desde la óptica de Dios.

Hoy, por ejemplo, el evangelio nos presenta las llamadas bienaventuranzas, las cuales han sido señaladas como el proyecto o el plan de acción de Jesús. Aquí nos presenta su programa: darle un nuevo sentido a nuestras vivencias cotidianas, dar un nuevo rumbo a nuestra vidas, que en ocasiones, a causa de las dificultades, parecen perder la razón de la existencia.


Las bienaventuranzas, me parece a mi, constituyen la gran propuesta de Jesús. Pero esa propuesta no consiste simplemente en creer que tendremos un futuro mejor, que habrá otra vida donde nuestros problemas dejarán de existir.

Contrario a ello, Jesús nos está poniendo un gran reto: aprender a dar una mirada diferente a nuestras realidades, ser capaces de leerlas más a fondo y descubrir en ellas un motivo para no desfallecer ni dejarse vencer por el sinsentido. Se trata, en última instancia, de descubrir en todo la maravillosa presencia de Dios que no abandona, que ama a través nuestro, que asume nuestras cruces y sufrimientos y los convierte en motivo de vida, dicha y plenitud.


Pienso, por ejemplo, en la madre que sufre por ver salir adelante a sus hijos, pero que las circunstancias le muestran que ellos no serán lo que ellas esperan. Ahí el Señor les invita al acto de fe que trasciende los límites. Pienso en las parejas que ven truncadas sus relaciones de amor, porque se enfrían o porque la confianza se pierde, ahí el Señor invita a volver la mirada a Él y descubrir la esencia que une, trascendiendo lo circunstancial. Pienso en el anciano, el enfermo, el olvidado que se siente frustrado porque no tiene ya el mismo rol de importancia y se desespera en su impotencia. Ahí es donde el Señor le invita a la bienaventuranza que no se  agota porque está puesta en las manos del único que no abandona.


Preguntémonos, entonces, estamos nosotros mirando las circunstancias de nuestra vida presente desde la óptica de Dios? Estamos captando el fondo, lo trascendente de nuestros problemas y dificultades desde la esfera de la fe? Nos descubrimos bendecidos en cada realidad de nuestra vida al contemplar la fuerza de Dios que nos sostiene?


El Señor siga iluminando sus corazones con la gracia de su Espíritu Santo. Amén