Evangelizar

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"Fiel al modelo del Maestro, el vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo" (P. Francisco)

miércoles, 11 de junio de 2014

Día 133

Memoria de San Bernabé, Apóstol

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Mateo 10, 7-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:

"Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios.

Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.

No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento.

Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaros en su casa hasta que os vayaís. Al entrar en una casa, saludad, si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si no lo merece, la paz volverá a vosotros"

MEDITACIÓN ESCRITA

Definitivamente el tiempo ordinario es el menos ordinario de todos los tiempos del año litúrgico. No podemos negar que esta semana ha venido siendo bastante enriquecedora para nuestra experiencia de fe.

Retomemos un poco: iniciamos con el anuncio del proyecto de Jesús: las bienaventuranzas y en ellas descubrimos que necesitamos mirar nuestras realidades cotidianas desde la mirada iluminadora de Dios.

Ayer descubrimos que una persona realmente bienaventurada es aquella que hace bienaventurada la vida de aquellos que la rodean.

Al final del evangelio de ayer veíamos una frase que da sentido a lo que pide hoy la palabra del evangelio: "alumbre vuestra luz a los hombres para que vean vuestras buenas obras y den gloria a nuestro padre que está en el cielo".

En el fondo, se trata de iluminar, no de deslumbrar la vida de quienes nos rodean. Lo que el Señor quiere es que cada persona que se acerque a un verdadero creyente pueda leer su presencia en él.

Así, lo que acerca al reino de Dios a la vida de la gente no son los hechos majestuosos y sorprendentes que uno pueda realizar sino la capacidad de abrir el corazón y acercarnos a quién en realidad nos necesita.


En concreto, en continuidad con el evangelio de ayer, hoy el evangelio nos muestra la manera real como se ha de vivir aquello de ser sal y luz de la tierra. Si de verdad se quiere poner en práctica la propuesta de Jesús hemos de aprender a acercarnos a esas realidades que nos cuesta asumir.

En el fondo, el evangelio nos invita a mirar, abrir los ojos, el corazón y el entendimiento a aquellas realidades que, en ocasiones, nos parecen indiferentes y que hoy son señaladas desde una simbología especial: curen a los enfermos: significa acérquense a los débiles, a los que no son capaces de responder como queremos; resuciten muertos: significa acercarse a aquellos que han perdido toda esperanza, que han fracasado, que se han equivocado y han dañado su relación con nosotros; limpien leprosos: significa acercarse a aquellos marginados sociales, que por sus opciones han terminado siendo despreciados; echen demonios: significa acercarse a aquellos que han perdido el horizonte de Dios.

Todo esto, finalmente, el evangelio nos invita a hacerlo desde dos actitudes fundamentales: en primer lugar, gratuidad. La vida que tenemos es un do gratuito de Dios, estamos invitados a desgastarla de la misma manera: como don gratuito hacia los demás; la segunda actitud es un total desprendimiento, nada que nos de seguridad, fuera del Dios que nos envía, será necesario para vivir radicalmente el amor.

Dios de misericordia y bondad, derrama sobre nosotros la gracia de tu Espíritu para que seamos capaces de hacer bienaventurada la vida de quienes nos rodean. Amén

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