Evangelizar

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"Fiel al modelo del Maestro, el vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo" (P. Francisco)

martes, 20 de mayo de 2014

Día 118

Martes, quinta semana de Pascua

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Juan 14,27-31a

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: "Me voy y vuelvo a vuestro lado." Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.

Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el Príncipe del mundo; no es que él tenga poder sobre mí, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que lo que el Padre me manda yo lo hago."


MEDITACIÓN ESCRITA

Hemos llegado ya a lo que podríamos llamar la cima de la Pascua. A partir de esta semana comenzaremos a ver que el evangelio apunta hacia la plenitud Pascual después de la resurrección, se trata del envío del Espíritu Santo.

Jesús, en el evangelio que hemos venido leyendo, ha venido preparando a sus discípulos para que, después de descubrir el verdadero sentido de la resurrección, se preparen ahora a descubrir y recibir la fuerza que los acompañará para ser ellos el lugar de manifestación de esa vida resucitada.

En este sentido, el capítulo 14 del evangelio de Juan que leemos desde la semana pasada viene a ser algo así como el legado de Jesús a sus discípulos.

Así, en el día de hoy, ese capítulo se centra en una realidad que va a ser crucial para la vida de todo creyente, especialmente para los discípulos: la partida de Jesús.


Es necesaria esta partida, pero dolorosa. Nadie quiere desprenderse de la fuente del amor una vez que la ha descubierto en su vida y Jesús es esa fuente para los discípulos. Ahora bien, Jesús muestra hoy las razones y las consecuencias de esa partida.

La razón fundamental es que tiene que volver al Padre. Y esa vuelta al Padre se constituye en un beneficio para nosotros pues junto al Padre lo que Jesús hará será seguir dándonos ocasiones para vivir en plenitud.

Por otro lado, las consecuencias son profundas: la partida de Jesús, en primer lugar, traerá angustia y cobardía para el creyente. Pero frente a eso, traerá la posibilidad de descubrir la verdadera paz. La angustia la produce el miedo a no tener quién luche por nosotros y nos de la seguridad de estar tranquilos, pero frente a ello,  la verdadera paz la produce el hecho de tomar conciencia de que ahora es el creyente quién encarna esa seguridad y garantiza que ese Señor que parte permanece siempre entre nosotros por el compromiso que asumimos de encarnarlo en la comunidad.

La verdadera paz, distinta a la que da el mundo ha de entenderse como la garantía que da Jesús de permanecer siempre manifestado en la vida de aquel que se decide a encarnarlo, amarlo y vivirlo en su diario vivir. Por ende, no es ausencia de problemas sino presencia activa y transformante de la gracia de Dios que nos hace capaces de vencer incluso el poder del príncipe de este mundo que busca, con pequeñas y grandes tentaciones y pruebas, alejarnos de Dios e impedirnos ser nosotros el lugar de su presencia.

Que el Señor derrame en tu vida la abundancia de su Espíritu y te haga capaz de ser presencia activa de su Hijo en todos tus contextos. Amén


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