Evangelizar

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"Fiel al modelo del Maestro, el vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo" (P. Francisco)

miércoles, 21 de mayo de 2014

Día 119

Miércoles, quinta semana de Pascua

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Juan 15,1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.

Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.

Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.


Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos."


MEDITACIÓN ESCRITA

Me parece a mi y espero no estar equivocado, que la Pascua, más que querer darnos a conocer, de manera teórica, la imagen de Jesús resucitado, lo que ha venido buscando, en todo su recorrido, es que conozcamos nuestra propia imagen investida, habitada y renovada por la misma experiencia de resurrección, por la misma persona del Resucitado.

Me explico: si miramos a los discípulos de Emaus, que leíamos hace un par de semanas, lo que importó en el texto no fue tanto el rostro de Jesús, sino la manera como Él, resucitado, fue impactando la vida de los discípulos que huían adoloridos y frustrados. Lo más importante del texto, no fue ver a Jesús sino experimentarlo presente en la propia vida, de ahí que los discípulos terminan diciendo "no ardía nuestro corazón cuando nos hablaba por el camino?"

Como este, hay más ejemplos que hemos leído estos días. Tomás, por ejemplo, que quería tocar para creer, terminó haciendo una manifestación hermosa de fe: "Señor mío y Dios mío", aún sin haber hecho lo que quería porque pudo sentir en sí mismo la presencia viva que transforma pensamientos y rompe lógicas humanas.

Todo esto me hace pensar, entonces, que el recorrido Pascual que hemos hecho hasta ahora lo que busca es que podamos descubrir el rostro del Resucitado en nuestra propia vida y que descubriéndolo lo manifestemos y lo hagamos presente en cada circunstancia y lugar en los que nos encontremos.

Esto, por supuesto, es lo que puedo leer en el evangelio de hoy. Encontramos en el texto por lo menos ocho o nueve veces la alusión al verbo "permaneced". Y cada vez que aparece se refiere a una identidad, dependencia, corresponsabilidad con la persona de Jesús.

Cada vez que Jesús habla de permanecer en Él abre el entendimiento de quienes lo escuchan para que comprendan que Él es la única fuente suprema de vida en plenitud, que es Él la savia viva que nutre nuestra existencia para que ésta tenga sentido y produzca frutos, para que ésta salga de un mundo vacío y penetre la profundidad de un amor que trasciende obstáculos y se dona para la salvación de todo el que se acerca.

Permaneced! Esa es la gran invitación de Jesús resucitado. Quedarnos cerca de la fuente de la vida, mantener los ojos puestos en Él, abrir los oídos a su Palabra y obedecerla con compromiso y coherencia; ser, en definitiva, presencia viva, rostro palpable, lugar de revelación del Dios que quiere llegar a todo hombre y mujer y nos ha escogido a nosotros, los que leemos estas palabras, los creyentes de todos los tiempos, como instrumentos idóneos, por la gracia de su Espíritu, para seguir salvando al mundo.

Que misión tan noble y grande la que nos deja Dios en este día Pascual. Pidámosle nos bendiga con la gracia plena de su Espíritu para responder a ella con radicalidad y amor. Amén.

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